Hay un cántico de la barra brava del Boca Juniors de Argentina que la mayoría de barras en nuestro continente le cambia la letra y la adapta para alentar a sus equipos. Y la letra dice así: «Y dale alegría, alegría, a mi corazón. Es lo único que te pido, al menos hoy. La Copa Libertadores es mi obsesión, tienes que dejar el alma y el corazón (en la cancha), porque la Copa Libertadores es mi obsesión».

Pero parece que los que manejan al Melgar tienen sordera de nacimiento y no escuchan. El martes pasado, una buena cantidad de hinchas llegaron muy motivados y con cánticos al estadio Monumental de la Universidad Nacional de San Agustín para ver ganar al equipo de sus amores. Pero al final del partido salieron con la cabeza gacha y mordiendo su rabia por una derrota que no esperaban ante un equipo como el Wanderers.

En Melgar al parecer no se escucha los cánticos de sus barras. Se percibe a distancia que no existe ninguna intención de querer avanzar en un torneo internacional como la Copa Libertadores, en donde lamentablemente volvieron a fracasar por tercera vez consecutiva, decepcionando a sus miles de seguidores que se sacrificaron económicamente para verlo ganar al Wanderers, que perdió la categoría y juega en segunda división.

Todos saben que para jugar una Copa Libertadores hay que invertir, pero invertir en jugadores de nivel. Pero eso no pasa en el equipo de todos los arequipeños. En Melgar sabían que este año tenían que jugar el torneo más importante del continente, pero para ello trajeron jugadores que están de salida, que no alternaban en sus equipos, que jugaron en segunda división. Eso no alcanza para encarar un evento de alta competición. Los resultados saltan a la vista. Cero puntos en el 2016, tres puntos en el 2017 y 1 punto en el 2018. Por lo tanto, eliminados.

¿Y si a ello le sumamos lo que dijo el propio Enrique Meza? «Melgar jugó con un equipo muy nervioso, que tuvo mucho miedo, que careció de jerarquía y no tuvo personalidad». Podríamos sumarle la desorganización que mostró a la hora del juego, la poca agresividad, las pocas ideas, la poca asociación del juego, sin mediocampo y sin intentar los remates de media distancia. Los chilenos ganaron ejerciendo desde el saque una alta presión, agresividad, dinámica, buen ritmo. Fue superior en el tratamiento de la pelota y eso le bastó para que con toda justicia gane el partido.

Ahora solo le queda a sus hinchas digerir el trago amargo bebido y seguir apoyando. A los que manejan el Melgar, invertir en jugadores de calidad, darle vuelta a la página de este nuevo fracaso, hacer un mea culpa y replantear las cosas. El fútbol te da revanchas, el fútbol tiene sus altas y bajas y mañana ante el Sport Boys del Callao tendrán la gran oportunidad de hacernos pensar que la Copa Libertadores solo fue un trago amargo. ¡Salvo mejor parecer!