El presidente ruso, Vladímir Putin, inaugura mañana, jueves 14 de junio, la Copa Mundial de fútbol, que se celebra por vez primera en Europa Oriental, en compañía de sus aliados, ya que los dirigentes occidentales han decidido boicotear la ceremonia, aunque no el torneo.

«Nuestro país está listo para acoger la Copa Mundial de la FIFA», dijo hoy el líder del Kremlin al inaugurar el congreso de este organismo que se celebra en Moscú, en el que deseó a todos los delegados «una labor productiva y exitosa».

El Kremlin informó de que Putin, que raramente ha pisado un estadio desde que llegara al poder hace 18 años, espera «en el fútbol» a los mandatarios y jefes de Gobierno de Bolivia, Paraguay, Arabia Saudí, Armenia, Palestina, Líbano o Ruanda. Empezando por el boliviano Evo Morales y el paraguayo Mario Abdo Benítez, presidente electo, en casi todos los casos esos países ni siquiera disputarán el Mundial, ya que sus selecciones no lograron clasificarse.

Ni rastro de los principales dirigentes occidentales, al igual que ocurriera en los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi 2014, lo que no impidió que fuera un éxito organizativo, aunque el dopaje empañó después el resultado deportivo. Junto al partido inaugural entre Rusia y Arabia Saudí, la ceremonia de apertura del Mundial incluirá actuaciones musicales por parte de británico Robbie Williams y la soprano rusa Aida Garifullina, y contará con la presencia del brasileño Ronaldo, conocido como «El fenómeno».

Esta noche, para abrir boca, se celebrará un concierto de gala en la Plaza Roja donde actuarán grandes estrellas de la ópera, como el español Plácido Domingo y el peruano Juan Diego Flórez. Además de ser un proyecto desarrollista para sacar a Rusia de su atraso especialmente en el campo de las infraestructuras, el Kremlin esperaba que el torneo fuera una pausa en el actual antagonismo con Occidente.

No obstante, en los últimos meses las tensiones han ido en aumento, fuera por Siria, el caso Skripal, el programa nuclear iraní o la crisis coreana. Con todo, no se trata de un boicot comparable al de los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, aprovechado por EEUU para castigar a la URSS por su intervención en Afganistán.

Entonces, no sólo los dirigentes no viajaron a Moscú, sino que medio centenar de países se negaron a competir, aunque varias naciones occidentales, como el Reino Unido o España, ignoraron el boicot. Ahora, las 32 selecciones clasificadas para el torneo acudirán a competir, incluida la de Reino Unido, a pesar de que Londres ha liderado la campaña de boicot tras el envenenamiento en suelo británico del exespía ruso Serguéi Skripal.

Ello se traducirá en la ausencia tanto de la primera ministra, Theresa May, como de la familia real británica. Quizás por eso, a Rusia viajarán muchos menos aficionados ingleses que en anteriores Mundiales, incluido el de Brasil, pese a que debían cruzar el océano para seguir a su selección.

Les ha secundado por solidaridad Australia, cuya selección compite en el Mundial de Rusia, decisión que no ha repercutido en el interés de los australianos en animar en masa a su equipo. Polonia, que mantiene desde hace años unas tensas relaciones con Rusia, tampoco tendrá representación en el Mundial, al igual que Dinamarca, Suecia e Islandia, que debuta en el torneo.

La canciller alemana, Angela Merkel, no ha confirmado que tenga intención de viajar en breve a Rusia, donde se reunió recientemente con Putin. Pero aunque algunos le han exhortado a quedarse en casa para no legitimar las agresivas políticas al jefe del Kremlin, siendo una gran aficionada al fútbol de la selección, es probable que viaje si el equipo llega a las semifinales o a la final, y lo mismo se puede decir el presidente francés, Emmanuel Macron.

Putin recibió la pasada semana el inestimable respaldo del líder chino, Xi Jinping, con el que firmó una declaración conjunta que hacía énfasis en que la política no debe entrometerse en el deporte, y en la inauguración estará el viceprimer ministro Sun Chunlan. De momento, el secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres, no asistirá a la inauguración, pero su oficina de prensa confirmó que sí asistirá a algún partido de fútbol.

El presidente argentino, Mauricio Macri, tenían intención de acudir al Mundial, pero los últimos acontecimientos políticos en su país han dejado en el aire dicho viaje, mientras su homólogo brasileño, Michel Temer, también ha sido invitado por el Kremlin.

F/EFE

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