No quiero ahondar mucho en el análisis futbolístico de lo que sucedió ayer con la selección. Francia tuvo sus momentos, fue intenso cuando debió y aguantó -quizás de más, por su calidad de «candidato»- cualquier embate peruano.

Lo cierto es que estamos fuera del Mundial, luego de dos partidos realmente excitantes para la vista de todo fanático del fútbol. Los resultados no fueron injustos, pero tampoco merecimos irnos así tan rápido.

Ansiedad, vehemencia y, tal vez, un poco de nervios pesaron para que la ‘Bicolor’ no pudiera concretar las ocasiones de gol generadas frente a Dinamarca y Francia. Son cosas que seguro se van a corregir con el tiempo. Es todo lo que voy a comentar con relación a lo visto en la cancha de Ekaterimburgo. Por ahora.

Hoy quiero referirme a un tema más social que, de cierta manera, incomoda. Voy a irme un momento al sábado 16 de junio a las 13 horas. Instantes posteriores a lo que fue la primera derrota de nuestra selección en Rusia.

Dinamarca nos ganó la táctica y se llevó el 1-0. Por nada del mundo fue un resultado feliz, pero disfruté el partido como nadie. ¿Masoquismo? Para nada. Muchachos, estamos en una justa mundialista después de 36 años. Muchos no hemos vivido nunca algo parecido y no me parece lógico que el hincha decida amargarse la vida, cuando está siendo testigo de por lo que siempre luchó y nunca pudo tener. Más allá del resultado, creo que estos momentos son para sentirse agradecidos, porque estamos siendo parte de algo que no sabemos cuándo volverá.

Y no soy conformista. Vale llorar, vale sentir rabia por lo que, en el pensamiento de muchos, pudo ser aún mejor. Lo que no podemos hacer es alimentar sensaciones de decepción o renegar de los 23 guerreros que se están matando por nosotros en país ajeno.

Cuando terminan los partidos de Perú, lo primero que me digo a mí mismo es: «qué afortunado que soy por haber estado en la emoción de una Copa Mundial». No quiero que muchos se pierdan de algo que es increíble No quiero que dentro de 20 años se lamenten por no haberlo vivido como se debe. El análisis futbolístico es importante y se debe hacer con paños fríos. Por ahora, no podemos permitir que la «fiesta» termine, pues Perú todavía nos va a representar ante la selección de Australia. Pase lo que pase ahí, aprovéchalo.