Habiendo tantos buenos directores técnicos en el Perú, el Sport Boys trae a Manuel Fernández, un chico de 34 años que dicen es ahijado del hombrecito Jorge Sampaoli.

Eso creo que es una burla y una falta de respeto a los entrenadores nacionales. El Boys se encuentra en un proceso concursal, y en la medida que cumpla con pagar y estar al día en su plan de reestructuración, no hay ningún problema. Pero las preguntas son: ¿cumplen los rosados con pagar sus deudas?, ¿cuánto se le debe a Wilmar Valencia? Y si le debe, ¿con qué plata contrata a un técnico que viene de Argentina y no tiene ningún tipo de experiencia, y a dos jugadores mexicanos?

No cabe duda que por estas y muchas cosas más el fútbol peruano es una farsa. Aquí se dan oportunidades a entrenadores sin experiencia o recomendados; esos entrenadores muchas veces no cobran ni un solo centavo y llegan solo a nuestro país para hacerse conocidos e iniciar una carrera que los lleve al estrellato. Al Perú vienen jugadores desconocidos y se convierten en cracks que incluso terminan siendo convocados a la selección nacional. Tenemos gente que maneja los clubes de fútbol «profesionales» cuando ni siquiera saben de fútbol, ni son hinchas de las instituciones, y lo peor es que nunca fueron al estadio, y de la noche a la mañana aparece como por arte de magia.

Nuestros jóvenes muchas veces no pueden cumplir sus sueños de jugar al fútbol rentado porque cuando van en busca de una oportunidad, los equipos que están en la órbita profesional les cobran 100 soles por diez minutos de prueba, para decirles al final que no sirven para este deporte. Tenemos en la mayoría de «dirigencias» de ligas distritales, provinciales, departamentales y Federación Peruana de Fútbol, gente que solo está ahí por intereses personales y económicos, mas no deportivos. Son los casi eternos «dirigentes» que viven del deporte y no para el deporte.

¿A que podríamos aspirar en el futuro? Si tenemos como cabeza de la FPF a un presidente que es cuestionado por la Justicia. Academias de fútbol de menores que son una estafa. Si equipos que participan en la Copa Perú tienen que organizar parrillas y polladas para solventar sus gastos de participación. Equipos de fútbol profesionales que, si los investigan, no tendrían cómo sustentar las grandes inversiones de dinero que hacen, ni cómo sustentar los sueldos increíbles que les pagan a sus jugadores; cuando los ingresos que obtienen por taquilla son realmente pobres. Aquí tendríamos que formularnos algunas preguntas: ¿cómo hacen los «administradores temporales» para pagar tanto dinero y hacer grandes inversiones?, ¿son filántropos del fútbol? O también podríamos preguntarnos: ¿de dónde pecata mía? Si no es de la sacristía, ¿ese dinero no será de la lavandería? ¡Salvo mejor parecer!