Ocho partidos, ninguna victoria. Ese fue el balance de los duelos que disputaron las selecciones sudamericanas contra países del centro y norte de América durante el mes de marzo.
Una estadística que, por la diferencia histórica entre ambas regiones, resultaba impensable no hace mucho y que si bien ensalza por un lado el crecimiento de los representantes de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (CONCACAF) también muestra el panorama desalentador en el que se encuentra la mayoría de las selecciones en Sudamérica y el fútbol en general en la región.
La sorpresiva victoria de El Salvador sobre Perú este martes cerró un mes inolvidable para los países de la CONCACAF,en el que se vio a Panamá empatar con Brasil, a México superar a Chile y Paraguay, a Estados Unidos salir invicto frente a la Roja y Ecuador, y a Honduras y Nicaragua lograr sendos empates contra el equipo ecuatoriano y Bolivia, respectivamente.
En total hubo 14 goles a favor para los del centro y norte del continente por siete de los del sur.
Como dijo en su cuenta de Twitter el periodista venezolano Richard Méndez, de ESPN, «los sudamericanos no podemos ignorar lo que sucede en CONCACAF».
«Creernos superiores solo por la historia es caer en la misma arrogancia que llevó a Inglaterra a ignorar el desarrollo del fútbol en el resto del Mundo y cuando compitieron se dieron cuenta que no podían competir», advirtió.
Méndez, comentarista de fútbol para la prestigiosa cadena deportiva estadounidense, también agregó que «cada día los seleccionados de Concacafcrecen y los de Conmebol se atascan».
Incluso retroceden, como viene ocurriendo lentamente en los últimos años.
Crisis de resultados
Hasta que suceda lo contrario en el futuro, Sudamérica ha sido y es una de las dos grandes potencias del fútbol junto a Europa.
Y puede que lo sucedido en la doble fecha FIFA de la semana pasada sea uno de esos «misterios del fútbol», como explicó el técnico argentino Ricardo Gareca la derrota de Perú.
Pero es evidente que el fútbol de la región atraviesa una preocupante crisis de resultados.
Tal vez Uruguay sea la excepción, dado que ha logrado recuperar y mantener un nivel competitivo de la mano del maestro Óscar Tabárez gracias a su imponente dupla goleadora formada por Luis Suárez y Edinson Cavani, y su solidez defensiva.
Pero ni sus contundentes victorias frente a dos selecciones modestas como Uzbekistán y Tailandia alcanzan para lograr una balance positivo para las selecciones sudamericanas en marzo.
De los 16 partidos que se disputaron contra países de otras confederaciones, los representantes de la Conmebol solo ganaron cinco -incluyendo las victorias celestes-, empataron cuatro y perdieron siete.
Los otros triunfos fueron los logrados por Colombia 1-0 contra Japón, Argentina 1-0 frente a Marruecos y Brasil 3-1 sobre la República Checa, a la que Inglaterra le endosó un 5-0 cuatro días antes.
Esta tendencia de resultados también se refleja en los últimos torneos internacionales, sea a nivel de selecciones o de clubes.
En el pasado Mundial no hubo ningún representante sudamericano en semifinales y cuando se dispute la próxima edición en Qatar en 2022 habrán pasado 20 años desde la última vez que Brasil levantó la última copa para la región.
También han pasado siete años desde que un campeón de la Copa Libertadores, el Corinthians, ganó el Mundial de Clubes de la FIFA, y, de las últimas seis ediciones, en tres de ellas ni siquiera han disputado la final.
Procesos
El porqué de estos malos resultados, teniendo en cuenta la gran cantidad de jugadores de la región que destacan en las principales ligas del fútbol europeo, apunta a la falta de planificación y pérdida de identidad en el fútbol sudamericano.
En la última década solo ha habido dos selecciones que han mantenido un proceso estable, reconocido y de éxito como ha sido el caso de la ya mencionada Uruguay y Chile.
La Celeste llegó a semifinales, octavos y cuartos de final en los últimos tres mundiales además de ganar la Copa América en 2011.
La Roja, por su parte, deslumbró con el fútbol de alta intensidad que sembró el técnico argentino Marcelo Bielsa cosechando dos Copas América en 2015 y 2016 y un subcampeonato en la Copa Confederaciones de 2017.
Pero hasta allí aguantó una generación de jugadores que no pudo clasificar al Mundial de Rusia y que en el presente está muy lejos de volver a reeditar esos días de triunfos.
Brasil, Perú y Venezuela son tres selecciones que han apostado por un proceso con la llegada de Tite, Gareca y Rafael Dudamel a sus banquillos, pero esa estabilidad todavía no se ha traducido en un juego consistente y regularidad de resultados.
Colombia, en cambio, está dando sus primeros pasos junto al portugués Carlos Queiroz tras vivir un período muy prometedor, pero que nunca llegó a fructificar, con el argentino José Néstor Pékerman.
Luego aparecen Ecuador, Paraguay y Bolivia con nuevos entrenadores y una gran incógnita sobre el nivel que podrán alcanzar, y por último surge Argentina.
La Albiceleste todavía no ha podido recuperarse del varapalo sufrido en el último mundial, torneó al que llegó gracias a una clasificación en el último suspiro, y mucho tendrá que cambiar si quiere volver a ser considerada una de las potencias del fútbol en el mundo.
Para ello sigue contando con Lionel Messi, pero se ha demostrado que no le basta con el fútbol y los goles del considerado mejor jugador del mundo.
Con este panorama es que llegarán las 10 selecciones sudamericanas a la Copa América, torneo que comenzará el próximo 14 de junio sin un claro favorito al título.
F/BBC