Mary Luz Andía Arotaipe nació hace 18 años en Espinar, Cusco, y desde hace 5 años vive en Arequipa, su segunda tierra, como ella lo llama. Aquí se hizo marchista. Aquí comenzó a forjar su carrera deportiva y hoy a su corta edad ha clasificado para competir en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, la máxima competencia donde todo deportista quisiera estar, y ella lo consiguió.
Ella consiguió la marca mínima de Gran Premio Cantones de Marcha Atlética – La Coruña, España, en la prueba de 20 kilómetros, con el tiempo 1h3050s; y la semana pasada se consagró campeona Sudamericana en marcha U20 en Cali, Colombia.
Pero Mary Luz también se siente feliz porque gracias al atletismo, específicamente a la marcha, puede conocer muchos países. “Hace 5 años para mí era impensable el poder viajar a lugares lejanos y menos al extranjero. La marcha y el entrenar duro me ha permitido conocer países como: Brasil, Argentina, Colombia, Ecuador y México aquí en América y otros países más distantes como China, Finlandia, España y Kenia (en el África)”.
La marchista, que además estudia para ser profesora de educación física en el Instituto José Crisam, tiene un origen muy humilde. Por eso, para ella, conocer tantos países ya es un gran premio. “Me gustó mucho y me llamó la atención Kenia, es un país de África donde la gente tiene mucha cultura y hay un gran apoyo para el atletismo. En China me llamó la atención su orden, la disciplina que existe allá, hay una buena organización. Lo que no me gustó son las comidas muy extrañas, había un plato que se hacía en base a unos insectos parecidos a la cucaracha que es muy pedido. Lógicamente, yo nunca lo comí”.
Juanita y Ángel, sus padres, se sienten muy contentos y orgullosos por lo que está consiguiendo Mary Luz. Para muchos entendidos en la marcha, la deportista es la llamada a ser la primera medalla olímpica en el atletismo en los Juegos Olímpicos París 2024. “Yo tengo una meta, y es ganar una medalla olímpica. Sé que aún soy muy joven, pero para eso estoy trabajando, para conseguir que mi sueño se haga realidad”. finaliza Mary Luz Andia.
Al maestro con cariño
“Para mí, Alfredo Quispe Mamani es como mi segundo padre, porque más allá de ser mi entrenador, él siempre me ha corregido, me ha enderezado cuando era el momento. Siempre me aconseja y me apoya. Lo que soy es por él”.