El fútbol mueve pasiones, es como una religión, pero varios acontecimientos que se han dado desde hace años, me atrevo a decir que el fútbol es el reflejo de lo que es la sociedad peruana.
Es muy conocido lo que sucedió el pasado viernes y por el cual el fútbol profesional volvió a ser paralizado. Estaba convencido que la Liga1, tarde o temprano iba a ver la luz roja. Era ya un escándalo el número de jugadores contagiados con el Covid -19 y sobre todo la forma.
Para los que se empeñan en priorizar en buscar culpables y no poner ese mismo énfasis en buscar soluciones, los culpables son un grupo de barristas de Universitario. Pero en sí, los culpables somos todos.
No solo es el hecho de ser barrista: Pintarse la cara, salir con una bandera y mandar al diablo todo lo establecido. Sino va más allá, en el tiempo y en el espacio, es decir en la época en que ese barrista era niño e iba a la escuela, en el tiempo en que su padre le enseñaba lecciones para la vida, para ser un buen ciudadano (si es que le enseñó).
Algunos lo dicen, otros lo saben pero se callan. En el Perú la agenda para gobernar lo pone la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (CONFIEP), que por lo general prioriza sus intereses particulares antes que el bien común, es que bajo todo contexto siempre hay mucho dinero. En el fútbol peruano desde un buen tiempo quien decide ese destino es Movistar, un operador de la compañía multinacional española Telefónica y con la fachada Consorcio Fútbol Perú presionaron para que el fútbol rentado vuelva a reactivar en época de pandemia y para lograrlo hubo todo una campaña mediática de grandes medios de comunicación (parecido en política y economía se acuerdan el caso de las AFP).
El psicólogo y filósofo, Jorge Yamamoto Suda, sostiene que el fútbol en diferentes culturas es un tubo de escape y que puede reflejar lo que puede ser una sociedad. Reflejó al peruano a poco de clasificar al Mundial de Rusia 2018, donde se pudo sentir un ambiente de unidad, pero solo fue pasajero, como muchas cosas positivas que suceden en el país.
En el estadio se puede evidenciar el potencial comportamiento de muchos hinchas, en un partido de fútbol surgen conductas íntimamente guardados, como por ejemplo el racismo. Cholea, el de arriba, el de abajo, en norte o en sur, el derecha o izquierda. El psicoanalista Jorge Bruce Mitani sostiene que sí somos una sociedad racista.
No hay duda que el fútbol en el Perú es un espejo de lo que somos. Para mí el deporte rey, sirve para engrandecer y desacreditar. Es decir que los valores (la sana competencia, el juego limpio, la superación personal, el sacrificio, la disciplina, el pundonor y la transparencia en las relaciones) son parte de la vida, del mismo modo que sus antivalores (el juego sucio, el dinero fácil, las amenazas en todo su esplendor, el soborno, la extorsión, entre otras malas prácticas). Claro en algunos casos y bajos ciertos parámetros no son ilegales, pero si inmorales.
El libro “El otro partido” de Gisselle Vila, Noelia Chávez, Sergio Saravia y Aldo Panfichi, nos va ayudar a entender como el desarrollo del fútbol ha ido de la mano con la historia contemporánea: La Patria Nueva de Leguía, el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas de Velasco, y la transformación neoliberal de Fujimori. Nos ayudará a entendernos mejor como país que respira fútbol, como sociedad que tiene triunfos y frustraciones, sobre todo nos permitirá reflexionar para un futuro diferente y alentador.